Augusto Leguía: Arquitecto de la “Patria Nueva” en la Transformación Urbana (1919-1930)

Augusto Leguía: Arquitecto de la “Patria Nueva” en la Transformación Urbana (1919-1930)

 

Romero Ynoñan Nilton David

niltondromero@gmail.com

Ascona López Wilmer Alexander

chane.co510@gmail.com

Resumen

El Oncenio de Leguía dejó una profunda huella en la fisonomía de Perú. Este fenómeno resultó de una amalgama de factores: los eventos precedentes en la vida de Leguía antes de su segundo mandato, influencias extranjeras, la conmemoración del centenario de Perú, la aspiración de rescatar la rica historia peruana para exhibirla en la "Patria Nueva", y obras fundamentales que reconfiguraron la trama urbana. Estas acciones no solo embellecieron Lima, sino que también facilitaron el acceso a la ciudad para todas las clases sociales. Este período enriqueció la historia, fortaleciendo la identidad peruana en su esencia más profunda.


Introducción

Augusto Bernardino Leguía y Salcedo, un ilustre hijo de Lambayeque, dejó una huella indeleble en la historia de Perú durante su segundo mandato presidencial, conocido como el "Oncenio de Leguía". Este período histórico marcó una etapa de transformación profunda en la fisonomía de la nación peruana.

El "Oncenio de Leguía" no solo fue un capítulo en la política del país, sino también una época en la que Lima, la capital peruana, experimentó cambios profundos. La ciudad se convirtió en el epicentro de un movimiento cultural sin igual. Este movimiento tenía como objetivo principal rescatar y realzar el vasto y rico pasado histórico de Perú. Las calles de Lima se convirtieron en lienzos vivos que representaban la historia nacional, y la trama urbana de la ciudad fue meticulosamente modificada para albergar la visión de una "Patria Nueva".

Sin embargo, la génesis de esta visión de una "Patria Nueva" no surgió de la nada. Más bien, fue el resultado de las circunstancias y las experiencias que moldearon la vida de Leguía desde su juventud hasta su madurez. A lo largo de su trayectoria, desde sus primeras ocupaciones hasta su liderazgo político, contribuyó a crear las condiciones que marcaron un hito en la historia del país.

El legado de Leguía perdura en el tiempo, y su influencia en la percepción que los peruanos tienen de su propia nación es innegable. Su legado no se limita a la transformación de la apariencia de las ciudades, sino que también dejó una huella profunda y duradera en la mentalidad y la identidad nacional. Leguía sigue siendo un ejemplo vivo de cómo un líder visionario puede moldear el destino de una nación y dejar un impacto perdurable en su cultura y sociedad, una influencia que trasciende su tiempo en el poder.

 

Leguía y su proceso antes de llegar al poder

En la historia de Perú, la “Patria Nueva” se erige como un período trascendental que marcó un cambio significativo en el espacio público del Perú. Durante este periodo, se produjeron transformaciones profundas que moldearon la identidad y el desarrollo de la nación. Toda acción tiene su consecuencia y la consecuencia de la “Patria Nueva” puede estar oculta en los acontecimientos precedentes en la vida de Leguía antes de llegar al poder, dicho esto, “las políticas e ideología de la Patria Nueva se originan de cuenta a ciertos factores de la vida de Augusto Bernardino Leguía” (Dawson Barragán, 2016). Por lo tanto, explorar la trayectoria de Leguía se convierte en una pieza fundamental para comprender el origen de las ideas que posteriormente se materializaron durante el “Oncenio de Leguía”, y que trajeron consigo las transformaciones urbanas que marcaron una era crucial en la historia de Perú.

Según Basadre Grohmann (2005), los primeros años de educación de Leguía transcurrieron en su lugar de origen, Lambayeque. Allí, asistió a las instituciones educativas de Rosario Gallo y Pedro Mantilla. Más tarde, continuó sus estudios en el colegio nacional dirigido por Ricardo Saavedra. A los 13 años, debido a problemas de salud relacionados con una afección bronquial, fue enviado a Valparaíso, Chile, donde comenzó a estudiar comercio mercantil en el Colegio Inglés de Goldfinch y Bluhm. A finales de 1878, regresó a su país natal, el Perú, y, después de una breve estancia en Lambayeque, se trasladó a Lima. Mientras trabajaba en la firma comercial de Enrique S. y Carlos A. Prevost en Lima, se vio involucrado en los eventos que marcaron el inicio de la guerra del Pacífico.

Esto explica ese período en su vida que marcó como un capítulo trascendental en la forja de su aguda visión económica, una habilidad que, con el correr de los años, lo impulsa hacia la consecución de posiciones políticas de gran relevancia en la esfera peruana. Su capacidad para comprender y liderar en cuestiones económicas no solo marcaría su camino hacia el poder político, sino que también influiría de manera significativa en la dirección y el rumbo de la nación, pero, antes de llegar al poder, tuvo una trayectoria en el ámbito de los negocios que lo nutrieron de conocimientos para formar riquezas y después de esto llegar a cargos políticos importantes.

Además, Basadre Grohmann (2005) también explica que, después de su participación en la guerra con Chile en la defensa de la ciudad Limeña, Leguía continuó desempeñándose como asistente de contabilidad en la firma Prevost. Una vez que esta empresa cerró, se trasladó a la hacienda Caucato, cercana a Pisco. A su regreso a Lima, incursionó en el negocio de la exportación, envió azúcar y arroz a Chile, así como cueros a Nueva York. Posteriormente, obtuvo una posición más estable como agente de seguros en representación a la New York Life Insurance Company, a la cual le encomendaron la creación de una sucursal en Guayaquil y la gestión de sus operaciones en Ecuador, Bolivia y Perú en 1888. Tras la retirada de esta compañía del mercado peruano, Leguía se trasladó a Estados Unidos para llevar a cabo la liquidación de sus responsabilidades financieras.

Augusto Leguía, antes de cumplir los 30 años, se destacó como uno de los empresarios más prominentes de Perú. Logró el éxito profesional y económico gracias a su propio esfuerzo y talento, en marcado contraste con muchos de sus contemporáneos pertenecientes a la oligarquía de la República Aristocrática, quienes solían heredar tanto su riqueza como su influencia política basados principalmente en sus apellidos y linajes. Su fortuna, construida desde cero, se convirtió en un testimonio palpable de su excepcional habilidad empresarial y su inquebrantable determinación. Fue precisamente esta riqueza previamente acumulada la que lo impulsó a dar sus primeros pasos en la política peruana, marcó así el comienzo de su influyente carrera en este ámbito.

Al examinar la trayectoria de Leguía, es evidente que, como señalan Contreras & Zuloaga, (2014), tuvo una larga y fructífera carrera como hombre de negocios, estrechamente ligado a la industria azucarera y al mundo empresarial. Esta experiencia inevitablemente moldeó su perspectiva, centrándola en consideraciones económicas. Finalmente, como apunta Alzamora (2013), esto lo llevó a involucrarse activamente en el ámbito del civilismo.

Entre los años 1908 y 1912, Augusto Leguía ocupó el cargo de ministro de Hacienda, pero su creciente desacuerdo con la dirección que tomó el país lo llevó a asumir, de manera paradójica, el liderazgo de una facción dentro del Partido Civil. Según Dawson Barragán (2016), Leguía emergió como la figura que representaría el ala del civilismo comprometida en transformar el Perú hacia una nueva era, a la que se conoció como la “Patria Nueva”. Como señala el Embajador Alzamora (2013), el Partido Civil estaba compuesto por miembros de familias cuyos estrechos lazos familiares habían concentrado el poder social, económico y político del país. Leguía tenía como objetivo desafiar este antiguo orden y liderar el cambio hacia una nación renovada.

Para contextualizar los eventos que se desarrollaron durante este período, es importante mencionar el gobierno de Nicolás de Piérola, que se mantuvo en el poder hasta 1899, se destacó por tres aspectos significativos: primero, logró reactivar la economía del Perú, aunque esto conllevó un aumento en la deuda externa del país. En segundo lugar, generó nuevas oportunidades de empleo tanto para hombres como para mujeres. Y finalmente, se enfocó en embellecer la ciudad de Lima. Estos puntos son relevantes, ya que más adelante veremos que Leguía empleó estrategias similares. Sin embargo, “a su término y al dar paso a la administración de Eduardo López de Romaña, se inició el predominio del Partido Civil, esto dió curso a la “República Aristocrática”, periodo que duraría 20 años” (Martuccelli Casanova, 2006)

Después de transcurrir dos décadas, llegamos a las elecciones de 1919, tal como explica Dawson Barragán (2016). En esta contienda, Augusto Leguía compitió contra un miembro del Partido Civil, Antero Aspíllaga, que representaba a la oligarquía agroexportadora y encarnaba un enfoque más conservador. Leguía, sin embargo, no veía con buenos ojos la posibilidad de otro gobierno aristocrático u oligárquico en el Palacio de Gobierno. Por tanto, tomó la presidencia por la fuerza mediante un golpe de estado, inauguró así un periodo de gobierno que se extendería durante once años. Dado que Leguía provenía de la clase media y no era parte de la aristocracia, se generó la esperanza entre la población de que los años por venir pudieran ser un periodo de alivio de las brechas sociales y económicas entre distintos sectores y clases.

Aunque Augusto Leguía ocupó la presidencia en dos ocasiones, su segundo mandato se destacó por su importancia, como lo aclara Esquivel Coronado (2018). Mientras que en su primer gobierno se centró en mejorar la administración de las instituciones estatales para aumentar sus recursos y utilizarlos en obras públicas, fue en su segundo mandato donde planteó una modernización del país a través de un enfoque más personalista en la construcción de infraestructuras públicas. Su objetivo era forjar una “Patria Nueva”, para la cual era necesario modernizarse y estar preparados para conmemorar de manera significativa el centenario de la independencia del Perú.

 

Origen de la idea de la Patria Nueva e influencias extranjeras

La patria nueva encontró su entorno de desarrollo en un Perú que estaba redescubriendo su rica herencia cultural. Fue en este contexto donde florecieron estilos arquitectónicos como el neoperuano. Según Ramón (2014), este estilo arquitectónico se destacó principalmente durante el periodo de la dictadura del oncenio, ya que el régimen lo utilizó de manera intensiva para moldear el paisaje urbano. Ejemplos notables incluyen la avenida del Carácter, Juan Leguía y Patria Nueva, así como esculturas y bustos en honor al presidente.

Además, durante ese mismo periodo, se produjo una interesante convivencia arquitectónica en la ciudad. “En su régimen –como en la ciudad– convivieron al mismo tiempo el palacete “estilo Tudor” con la casa económica art deco y el chalet “neocolonial” o “neoinca”. El pintoresquismo devino una forma elocuente de cosmopolitismo conservador acrítico” (Ludeña, 2002)

En este contexto, el neoperuano emergió como una de las muchas formas en las que se intentaba representar y encarnar lo nacional, infundiendo atributos específicos en obras de arte y objetos para hacerlos inherentemente peruanos. “El neoperuano fue una de las tantas formas en las que se ha buscado —y se sigue buscará— representar o materializar lo nacional (‘lo nuestro’) lo cual dotó de atributos específicos a un objeto o producto artístico para hacerlo propio (‘peruanizarlo’)” (Ramón, 2014)

Los escritos de Hamann Mazuré (2011) nos indican que durante el “Oncenio de Leguía” (1919-1930), a pesar de las marcadas características de corrupción, contradicciones y arbitrariedades propias de un gobierno dictatorial, Lima logró experimentar una transformación en una ciudad hermosa, moderna y progresista. Este período en la historia de la República del Perú brindó el tiempo y el espacio necesarios para planificar el rumbo y el crecimiento de la ciudad. Sin embargo, es evidente que los paradigmas estéticos, artísticos y técnicos adoptados estaban fuertemente influenciados por las tendencias europeas de la época. Como Casalino Sen (2006) destaca, en ese contexto, ser considerado moderno y civilizado en América Latina se asociaba estrechamente con la búsqueda de una semejanza con las tendencias europeas. A medida que se acercaba el centenario de la independencia del país, se tenía la intención de mostrar los avances en modernidad que el Perú había logrado en sus primeros cien años de independencia. Por lo tanto, durante las celebraciones de este evento, se destacaba la participación de delegaciones extranjeras en las transformaciones urbanas, especialmente en la ciudad capital, donde estas intervenciones se hicieron particularmente notables.

Según Dawson Barragán (2016), numerosos monumentos y edificaciones públicas fueron generosamente donados por las colonias extranjeras residentes en el Perú. Estos obsequios desempeñaron un papel fundamental en la creación de la deseada imagen de Lima como una capital moderna y cosmopolita en ese período. Entre estos destacaban las majestuosas esculturas y monumentos de estilo occidental ibérico que se destacaban en calles y avenidas, cada uno de los cuales reflejaba tanto una influencia extranjera como un profundo interés por lo autóctono. A modo de ejemplos significativos, podemos mencionar:

  •        El Arco Morisco en la Avenida Leguía (Hoy avenida Arequipa) se destacaba como uno de los monumentos más emblemáticos de Lima, ya que señalaba el límite entre la capital tradicional y la moderna, dotándolo de un significado político y diplomático.
  •        La influencia cultural de los Estados Unidos se manifestaba de manera notoria y destacada a través de construcciones como el monumento a George Washington y la Fuente de los Atlantes. Esto no resultaba sorprendente, dado que el Perú había obtenido empréstitos de los Estados Unidos para llevar a cabo su programa de modernización, lo que hacía inevitable su influencia.
  •        Por otro lado, la influencia indigenista quedaba plasmada en el monumento donado por la colonia japonesa, el cual rendía homenaje a la ilustre figura de Manco Cápac. [Figura 1]

 

Figura 1

Inauguración del monumento a Manco Cápac

Nota. Fotografía de la Inauguración del monumento a Manco Cápac en la avenida Grau (Hoy Manco Cápac) en abril de 1926, extraída de Lima la única. https://web.facebook.com/limalaunica/posts/10160402169105403/


Tabla 1

 Recuento de Regalos de las colonias Extranjeras den el Perú   

País

Monumento

Fecha de Inauguración

Ubicación

Europeos

Italia

Museo de Arte Italiano de Lima

11 de noviembre de 1923 (Primera piedra fue puesta el 30 de julio de 1921)

Parque Neptuno

España

Arco Morisco

1921 (demolido en 1938)

Avenida Leguía

Inglaterra

Estadio Nacional

 

 

Bélgica

Escultura de estibador belga

28 de julio de 1921

Plaza Bélgica (Primera cuadra de la Avenida Leguía)

Francia

Estatua de la Libertad

1926

Plaza de la Libertad

Alemania

Torre - Reloj

20 de julio de 1923

Parque de la Exposición

Asiáticos

Japón

Estatua de Manco Cápac

4 de abril de 1926

Plaza Principal del distrito de la Victoria

China

Fuente de Agua

27 de julio de 1924

Parque de la Exposición

Las Américas

Estados Unidos de América

Monumento a George Washington

4 de julio de 1921

Parque George Washington

Escultura de la artista norteamericana Gertrude Whitney

6 de agosto de 1924

Cerca de Embajada de los Estados Unidos de América

Argentina

Monumento a San Martín

6 de agosto de 1921

Plaza San Martín

Nota. Regalos de países al Perú para conmemorar los 100 años de independencia. Extraída de Dawson Barragán (2016). http://repositorio.adp.edu.pe/bitstream/handle/ADP/81/2016%20Tesis%20Dawson%20Barragan%20Sebastian.pdf?sequence=1&isAllowed=y


“Una de las grandes paradojas del Centenario es que por un lado se trató de asemejar el Perú a los Estados Unidos y Europa mientras que, por el otro, trató de recuperar una identidad prehispánica. Es decir que para la proyección hacia el exterior y a las poblaciones urbanas, el Perú era un país moderno y reformado mientras que la proyección doméstica (sobre todo en los Andes del Sur) se hablaba de un glorioso pasado prehispánico” (Dawson Barragán, 2016).


Obras relacionadas con el espacio público más importantes

Figura 2

Avenida Leguía (Hoy avenida Arequipa)

 


Nota. Fotografía aérea tomada a la avenida en 1922. Extraída de La Lima de mis abuelos. https://web.facebook.com/224785347695227/photos/a.638684199638671/654430048064086/?paipv=0&eav=AfYXz7q6-a-X2sqaGtHwzvIJjBzHNCJjg-YUMo9uVovI0IRSvA6riirD0Gh-PSHHJuY&_rdc=1&_rdr

 

Según Hamann Mazuré (2011), durante el periodo de la "patria nueva", se establecieron puntos de referencia hacia las costas del territorio, y la importancia de los espacios públicos y el desarrollo de la ciudad adquirieron mayor relevancia en la búsqueda de un futuro caracterizado por la paz y la prosperidad. Aunque es posible que los monumentos no reflejaran necesariamente los principios de la identidad nacional, lograban destacar debido a su valor artístico, su integración con el entorno urbano y la incorporación de ciertos elementos de la iconografía prehispánica, lo que demostraba que no se ignoraba por completo nuestra cultura.

Por otro lado, Dawson Barragán (2016) señala que la Lima metropolitana experimentó una expansión significativa durante ese período, ya que los límites de la ciudad se ampliaron más allá de las tradicionales fronteras del cercado de Lima, que tenían raíces coloniales. Esto dio lugar a un periodo de expansión urbana conocido como la "ciudad irradiada". Paralelamente, Cosamalón, Armas, Deustua, Monsalve, & Salinas (2020) nos muestra que Leguía tenía la intención de marcar un nuevo comienzo en la ciudad. Sus decisiones, como el cambio de la constitución y la construcción de la Plaza San Martín, reflejaban este propósito. ¿Por qué la construcción de esta última plaza representaría un "nuevo comienzo"? La respuesta radica en que esta nueva plaza se concibió como una respuesta y contraposición a la Plaza de Armas, considerada por Leguía como un vestigio de la época virreinal. Junto con estas transformaciones llegaron nuevas calles, avenidas y plazas cuyos nombres homenajeaban a los precursores y héroes de la independencia, como nos relata Aguirre Aguirre (2016). Entre ellas se encontraban la Plaza Jorge Chávez y la Plaza Bolognesi, así como una avenida que llevaba el nombre de Leguía (hoy conocida como Av. Arequipa) [Figura 2] y la Av. Progreso (actualmente denominada Av. Venezuela). Otra avenida que reflejaba la modernidad acorde a los ideales de la "patria nueva" era la avenida Brasil, donde destacaban las decoraciones y características de lo que se consideraba una avenida moderna en esa época. Esta avenida se convirtió en uno de los ejes principales de la modernizada Lima, al punto de que sigue siendo una de las arterias principales de la ciudad en la actualidad.

Figura 3

El gran hotel Bolívar

Nota. Fotografía tomada cerca al término de la construcción del gran hotel Bolívar. Extraída de Lima la Única. https://web.facebook.com/limalaunica/posts/10162153273930403/?paipv=0&eav=AfZFNdjrQiO2MX0VorL0wmIt5NkSGqDo55jDutGqoKO979KsM4EHaSeQeDZbraVHuLE&_rdc=1&_rdr


Ames Zegarra (2009) destaca que todas estas avenidas, tanto las recién construidas como las modernizadas, provocaron una transformación radical en la estructura urbana de Lima. Se convirtieron en el epicentro de la atención, desplazó el foco desde el centro histórico colonial hacia una ciudad en constante expansión. Como nos recuerda Casalino Sen (2006), a partir de entonces, Lima experimentaría un crecimiento a través de nuevos ejes urbanos. Al mismo tiempo, se promovió la expansión de la ciudad, que hasta ese momento estaba compuesta principalmente por el centro histórico, el puerto y algunos balnearios al sur. Martuccelli Casanova (2006) explica que, en esta época, con el auge del automóvil y el impulso del transporte urbano, Lima se transformó para dar cabida a estos medios de transporte, como tranvías y automóviles. Estas transformaciones fueron tan significativas que, para cuando Leguía fue derrocado en 1930, aproximadamente el 90% de Lima ya contaba con pavimentación. [Figura 4]

 

Figura 4

El auge del Automóvil

Nota. Fotografías del jirón Unión, 1924. Extraída de Lima la Única. https://web.facebook.com/photo/?fbid=10154835250540403&set=a.10150211225850403&locale=es_LA

Es importante recordar que durante el gobierno de Leguía se buscaba reducir las marcadas diferencias sociales que habían prevalecido en la República Aristocrática. Pero ¿qué se hizo para lograr este objetivo? Meza Bazán (1999) nos informa que la ciudad seguía un patrón específico de desarrollo que tenía como objetivo principal mejorar la producción y la situación económica y social de la población rural. Por otro lado, Cosamalón, Armas, Deustua, Monsalve, & Salinas (2020) señala que los nuevos espacios públicos no estaban destinados únicamente a las élites, como se evidencia en los ejes actuales de las avenidas Arequipa y Salaverry, sino también a los sectores populares, que se encontraban en los actuales distritos de La Victoria, Breña y el Rímac. Fue en este último grupo donde surgieron el proletariado industrial y los sindicatos obreros, que desempeñaron un papel fundamental en el proceso de modernización introducido con la llegada de bienes de consumo masivo para la vida cotidiana, como alimentos, golosinas, bebidas y calzado.

 

Conclusión

Indudablemente, la época de Leguía fue testigo de una profunda transformación en el ámbito del espacio público, con un enfoque particular en la ciudad de Lima. Los acontecimientos que precedieron a la presidencia de Leguía dejaron una huella indeleble en su forma de pensar, y este enfoque moldeó una mente ansiosa por impulsar el desarrollo de Perú. El contexto que rodeaba a su mandato, marcado por el centenario de la independencia, los empréstitos obtenidos de Estados Unidos y los regalos ofrecidos por naciones asiáticas, europeas y países vecinos en Sudamérica, desencadenó un cambio sustancial en la apariencia y la funcionalidad de Lima, otorgándole un carácter innegablemente moderno con un toque de añoranza al pasado inca y preinca que desencadenó en un movimiento llamado Neoperuano. Estos cambios en la trama urbana no se limitaron únicamente a beneficiar a las clases privilegiadas. En cambio, su impacto se extendió de manera significativa a los sectores más desfavorecidos de la sociedad limeña. Las mejoras en el espacio público y las infraestructuras urbanas no solo hicieron que la ciudad fuera más atractiva desde un punto de vista estético, sino que también contribuyeron a una mayor accesibilidad y comodidad para todos los ciudadanos. Los proyectos de desarrollo urbano no solo incluyeron la construcción de avenidas y monumentos impresionantes, sino que también incorporaron servicios públicos, transporte eficiente y espacios recreativos accesibles para todas las personas.

 

Bibliografía

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